miércoles, 9 de marzo de 2011

No voy a salir de aquí




Micah P. Hinson es una garantía cuando se habla de lanzamientos musicales, entre su discografía tiene cosas que me gustan en mayor o menor medida, pero, en general, puedo afirmar que recomendaría con los ojos cerrados cualquiera de sus álbumes. Hasta aquí mi relación con Micah parece perfecta, me podríais acusar de que soy fan fiel de este cantautor y no lo negaría, bien, sus canciones me parecen muy buenas, pero su faceta de escritor… ¡¡¡ay su faceta de escritor!!!

He de decir que compré su libro tan rápido como tuve noticia de su existencia, pero cuando me lancé a su lectura, supe desde las primeras páginas que algo no funcionaba. Sabía que Micah había tenido una juventud difícil y que eso impregnaba sus canciones, pese a su edad, de cierta perspectiva de desencanto hacia la vida. Una negatividad que en sus canciones, junto a su cada vez más grande inquietud musical, acaba dando sentido a todo lo que escribe, llenando de credibilidad y fuerza sus letras. Pero en su novela este recurso no tiene el mismo efecto, puesto que quizá la falta de recursos como escritor de prosa, hace que Micah convierta sus virtudes como letrista en una maldición, ya que se recrea en elaborar un verdadero tratado de arquetipos que parece tener la finalidad de convertirlo en una suerte de autor maldito: personajes maltratados por la vida, con comportamientos extraños, alcohólicos o drogadictos, o las dos cosas, inadaptados y bohemios, etc., todo escrito con una aspereza, una malograda pose melancólica y una evidente falta de madurez, que en ocasiones hasta sonroja al lector.

En fin, quizá la próxima vez me lo piense dos veces antes de comprar otro libro de Micah, desde luego con su música mantengo la fé al 100%.




1 comentario:

Redacció dijo...

Vaya... que chasco, también soy fiel seguidor de los pasos de Micah. No sé por qué me lo imaginaba. Gracias por tu punto de vista, cuando lo tenga entre las manos lo ojearé un poco antes de comprar.
Saludos