lunes, 31 de enero de 2011

Dublinesca


Me enfrento a Dublinesca a sabiendas de que es un libro cuya excelencia ha logrado la unanimidad de la crítica y eso ya le hace difícil a un lector hacer una valoración de lo que ha leído de forma totalmente objetiva. Uno ya sabe que no está leyendo una novela cualquiera, de modo que, aunque algunos pasajes se hagan un pelín pesados, siempre sabes que de un modo u otro finalmente pasará algo que hará que las horas perdidas frente a este libro merezcan la pena.

Y esta sensación de la que hablo no se hace esperar, porque aunque el carácter de su personaje principal, el prestigioso, jubilado y ex bebedor editor Riba, puede resultar agotador o demasiado farragoso por su extravagancia intelectual y personal, algo de lo que por momentos se resiente la novela, es inevitable percibir la excelencia de la escritura de Enrique Vila-Matas y su pasión por la literatura, en este caso especialmente por la obra de Joyce. No obstante, Dublinesca está plagada de referencias a escritores y obras que están de algún modo conectadas con la obra y las excentricidades de su protagonista, cuya principal preocupación es el fin de la era Gutemberg y, con esto, el de la alta literatura, así como la desaparición de la figura del editor intelectual, que él mismo representa.

Resumiendo, Dublinesca es una gran novela, es ambiciosa, tiene un estilo brillante y exuberante, y refleja el gran amor que el autor siente por la literatura, sin embargo, ¡ojo!, porque puede no ser una novela apta para todo el mundo.


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